Se estima que los trastornos depresivos afectan a 6.5 millones de personas de 65 años o más, según la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales. Si bien la tasa general de depresión es aproximadamente del 5 por ciento para todos los adultos mayores, la tasa de síntomas depresivos aumenta dramáticamente para sub-grupos particulares. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, se estima al 13,5 por ciento de los que requieren atención médica domiciliaria y entre el 18 y el 30 por ciento de los adultos mayores que viven en asilos, según la Dra. Maria DiTomasso, especializada en psiquiatría geriátrica.
Según el Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento, la depresión puede manifestarse en personas mayores de maneras profundamente diferentes. En algunos casos, los síntomas depresivos incluyen despertarse muy temprano en la mañana, la incapacidad de experimentar placer o disfrute, culpa y sentimientos de inutilidad y lentitud en el pensamiento, el habla y el movimiento. En otros casos, la depresión aparece como un estado de ánimo negativo con inquietud, agitación, impulsividad, irritabilidad e incapacidad para conciliar el sueño. Otra versión podría caracterizarse como depresión enmascarada con sentimientos escasos o insensibles, comportamiento de oposición y una serie de síntomas físicos que no responden al tratamiento. Una de las consecuencias más graves de la depresión es el suicidio. Según la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio, los adultos mayores de 75 años tienen un mayor riesgo de suicidio en comparación a casi cualquier otro grupo de edad.